8. DEL MEMORIAL DE GUERRA AL LIBRO DE EMMANUEL



El "Memorial de la guerra siroefraimita" (Is 7,1-8,18) hablaba de un niño que llevaría el nombre de Emmanuel ("Dios con nosotros"). En un primer momento, a este niño no se le concedía una importancia excepcional, era simple referencia a la salvación de Dios. Sin embargo, con el paso del tiempo, este niño terminó convirtiéndose en un personaje extraordinario.

1. La dieta paradisíaca del niño (Is 7,15)

El primer paso en este proceso consistió en un breve añadido sobre su dieta paradisíaca. El oráculo de Isaías decía simplemente:
14 Mirad: la joven está encinta y dará a luz un hijo,
y le pondrá por nombre Emmanuel.
16 Porque antes que aprenda el niño a rechazar el mal y escoger el bien,
quedará abandonada la tierra de los dos reyes que te hacen temer
.
El oráculo consta de dos elementos muy simples: imposición del nombre y sentido de ese nombre (castigo de los dos reyes enemigos). Emmanuel, "Dios con nosotros", simboliza la protección divina.
Más tarde, rompiendo esa relación perfecta entre los dos elementos, se añadió el v.15, que habla de la dieta paradisíaca del niño:
15 Comerá requesón con miel, hasta que aprenda a rechazar el mal y a escoger el bien.
Los comentaristas discrepan sobre el sentido de este alimento. Unos lo consideran símbolo de pobreza e indigencia, de una época austera y dura en la que crecerá el niño hasta que Dios traiga la derrota de los adversarios. Otros afirman que el requesón y la miel son alimentos paradisíacos. Gressmann, uno de los mayores defensores de esta teoría, aduce los siguientes argumentos:

a) en numerosos textos bíblicos la leche y la miel son símbolos de bendición divina. Palestina es "el país que mana leche y miel" (Ex 3,8.17; 13,15; 33,3 etc.); la miel es conside­rada como un alimento exquisito (Ex 16,13.19; Sal 19,11); la leche será uno de los alimentos principales en los últimos tiempos (Joel 4,18).
b) La mitología griega confirma esta idea: Zeus niño es alimentado en Creta con leche y miel; cuando Hermes lleva al pequeño Dionisio junto a Macris, ésta le humedece los resecos labios con miel; y Queirón alimenta al joven Aquiles con leche, tuétano y miel.
c) Incluso hoy, las madres árabes animan a sus niños prome­tiéndoles alimentarlos "con leche y miel" (Der Messias, 156-8).

A estos datos añade Wildberger otros de interés:

a) El frecuente uso de la miel y la leche en el culto babilonio.
b) Un himno de Lipitistar de Isin, en el que este rey se gloría, entre otras cosas, "de aumentar en los apriscos el requesón y la leche".
c) En los misterios de Mitra, el comer miel hace semejan­te a los dioses (Jesaja, 296).

En conjunto, son más fuertes los argumentos a favor de quienes ven en el requesón y miel un alimento paradisíaco. Con ello quiere indicarnos el autor del v.15 que se trata de un niño excepcional y vivirá en época de prosperidad.

El autor de estos retoques podía pensar en Josías, pero con ello abría el texto a interpretaciones más ambiciosas. De hecho, Emmanuel ha perdido en esta época la ambigüedad inicial (si es que la tuvo) y se ha convertido en un personaje salvífico, como lo advertimos en otros dos añadidos.

2. El añadido de 8,8b

El memorial de guerra amenazaba al pueblo de Judá con una invasión del ejército asirio, simbolizado por las aguas impetuosas del río Eufrates que "rebasan las orillas, desbordan las riberas, invaden Judá, lo inundan, crecen y alcanzan hasta el cuello".

Sin embargo, un autor posterior expresa su certeza de que Dios, como un águila inmensa, extenderá sus alas para proteger el territorio de Judá.

Y se desplegarán sus alas hasta cubrir la anchura de tu tierra,
¡oh Emanuel!

Ahora lo importante no es el nombre del niño, sino el niño mismo, al que profeta interpela.

3. El añadido de 8,9-10.

Inmeditamente después se añade otro oráculo, claramente inspirado en el de Isaías al rey Acaz.

Sabedlo, pueblos: seréis derrotados.
Escuchadlo, países lejanos:
armaos, que seréis derrotados;
armaos, que seréis derrotados.
Haced planes, que fracasarán;
pronunciad amenazas, que no se cumplirán,
porque tenemos a Dios-con-nosotros

El autor se inspira en los planes y amenazas de Resín y Pécaj, pero no habla ya de pueblos cercanos (Siria y Efraín), sino de "países lejanos". Es el mundo entero el que parece aliarse contra Judá. Pero, en medio del peligro, el profeta está seguro de la ayuda divina: "porque tenemos a Dios con nosotros". Este añadido también podría entenderse muy bien en tiempos de Josías, un rey que liberó a su pueblo del yugo asirio y que significó una presencia real de Dios ("Dios-con-nosotros"). Pero lo importante no es sólo lo que un texto dice, sino lo que puede llegar a decir para generaciones posteriores. Si el Emmanuel de Isaías había seguido creciendo y engrandeciendo su apariencia, no es raro que este proceso continuase.

4. La traducción de los LXX

Es lo que advertimos en la traducción de los LXX. El profeta había hablado de una "muchacha" que daba a luz un hijo. Se trataba probablemente de la esposa del rey o de la esposa del profeta. El texto griego no habla de una "muchacha", sino de una "virgen". ¿Qué pudo impulsar al traductor a este cambio tan importante? Probablemente, su entorno cultural. En el ambiente helenístico de Alejandría, igual que en otras culturas antiguas, incluso muy distantes, se hablaba de concepción virgi­nal para subrayar la importancia del personaje que nacería. Aunque el testimonio de Orígenes sea varios siglos posterior a la traducción de los LXX, refleja bien lo que entonces podía pensar­se sobre el asunto. Defendiendo el nacimiento virginal de Jesús, dice:

"¿Qué tiene de extraño que Dios, queriendo enviar a los hombres un doctor absolutamente divino y extraordinario haya querido participar, excepcionalmente, en su concepción, de modo que éste, al contrario que los demás hombres, no debie­se su vida a un hombre y a una mujer? Y ya que les hacemos tanto caso a los griegos, no carecerá de sentido que nos sirvamos de algunas historias griegas, con el fin de que no se diga que nosotros somos los únicos que admitimos la existencia de un acontecimiento tan extraño. Porque también hay autores que al hablar, no de viejos cuentos de los tiempos heroicos, sino de las cosas ocurridas hace unos días, no han tenido ninguna dificultad en escribir, como si fuese una cosa perfectamente posible, que Platón nació de Amfictione sin que Aristón hubiese contribuido para nada en ello. Habiéndole sido prohibido, además, que tocase a su mujer hasta que ella hubiese traido al mundo al niño que había concebido de Apolo. Aunque, en el fondo, no se trate más que de una fábula inventada para glorificar a un hombre cuya inteligencia y sabiduría hacían creer que tenía algo de sobrehumano. Era preciso afirmar también que los principios de su cuerpo eran mejores y más divinos que los del cuerpo de los demás hombres" (Contra Celso, I, 37).


En este ambiente, no tiene nada de raro que el traductor de los LXX, para subrayar el carácter excepcional de Emmanuel lo haga nacer de una virgen.

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