Son pocos los datos que poseemos sobre la vida íntima de Isaías. Debió de nacer hacia el 760. Su padre se llamaba Amós, pero no hay motivo para identificarlo con el profeta de Técua. El lugar de nacimiento, aunque no lo sabemos con certeza, debió de ser Jerusalén. Isaías demuestra una cultura que difícilmente podría haber conseguido fuera de la capital. Este origen jerosolimitano es importante porque el futuro profeta crecerá en medio de unas tradiciones religiosas que condicionarán su mensaje: la elección divina de Jerusalén y de la dinastía davídica [1] . Dos realidades, la capital y la monarquía, con las que Dios se había comprometido desde tiempos antiguos. A diferencia de su contemporáneo Oseas, profeta del norte, Isaías basará gran parte de su fe y de su predicación en estos dos pilares. No de forma superficial, acrítica, sino deduciendo de ellos las más graves consecuencias para su momento histórico.
Todavía bastante joven recibió la vocación profética, "el año de la muerte del rey Ozías" (6,1), probablemente el año 740/739, cuando contaba unos veinte años de edad [2]. La experiencia de la vocación lo abre a un mundo nuevo. De las verdades tradicionales, de la piedad juvenil, pasa a captar el gran plan de Dios con respecto a su pueblo. Aunque es difícil datar el relato del capítulo 6, se trata de una experiencia temprana del profeta [3]. Siguiendo el hilo del relato podemos concretar esa experiencia en cuatro puntos: la santidad de Dios, la conciencia de pecado (personal y colectivo), la necesidad de un castigo y la esperanza de salvación. Estos cuatro temas, unidos a las tradiciones de Sión y de la dinastía davídica, debemos tenerlos presentes para comprender la predicación de Isaías. Algunos comentaristas pretenden eliminar la esperanza de salvación como algo añadido más tarde y que cae fuera de la perspectiva isaiana. Parece un proceder injustificado, que mutila el mensaje del profeta.
Poco después de la vocación debió de contraer matrimonio. Desconocemos el nombre de su mujer, a la que en una ocasión llama simplemente "la profetisa" (8,3). De aquí deducen algunos que se trataba de una auténtica profetisa, como Julda; otros creen que recibe el título por estar casada con el profeta. Totalmente absurda e injustificada es la opinión aceptada por E. O. James de que "profetisa" equivaldría a prostituta del templo.
De este matrimonio nacieron al menos dos hijos, a los que Isaías puso nombres simbólicos: Shear Yashub ("Un resto volverá") [4] y Maher Shalal Has Baz ("Pronto al saqueo, rápido al botín"). En esto siguió la misma conducta de Oseas, demostrando con ello que toda la existencia del profeta está al servicio del mensaje que Dios le encomienda.
Nada más podemos decir de su vida íntima. Ni siquiera conocemos la fecha de su muerte, que debió de ser después del 701. La tradición judía recogida en el Talmud dice que fue asesinado por el rey Manasés, quien mandó aserrarlo por la mitad; aunque esta tradición fue recogida por Justino, Tertuliano y Jerónimo, carece de fundamento [5].
El carácter de Isaías se puede conocer suficientemente a través de su obra. Es un hombre decidido, sin falsa modestia, que se ofrece voluntariamente a Dios en el momento de la vocación. Esta misma energía la demostró años más tarde, cuando hubo de enfrentarse a los reyes y a los políticos, cuando fracasó en sus continuos intentos por convertir al pueblo: nunca se deja abatir, y si calla durante algunos años no es por desánimo. Esto mismo le hace aparecer a veces casi insensible, pero más bien habría que hablar de pasión muy controlada.
Se ha dicho de Isaías que es un personaje aristocrático, políticamente conservador, enemigo de revueltas y cambios sociales profundos. En su pretendido carácter aristocrático quizá haya influido la tradición que lo presenta como sobrino del rey Amasías. Pero nada de esto tiene serio fundamento. Que el profeta es enemigo de la anarquía y la considera un castigo parece evidente (cf. 3,1-9). Pero esto no significa que apoye a la clase alta. Desde sus primeros poemas hasta los últimos oráculos, los mayores ataques los dirige contra los grupos dominantes: autoridades, jueces, latifundistas, políticos. Es terriblemente duro e irónico con las mujeres de la clase alta de Jerusalén (3, 16-24; 32,9-14). Y cuando defiende a alguien con pasión no es a los aristócratas, sino a los oprimidos, huérfanos y viudas (1,17), al pueblo explotado y extraviado por los gobernantes (3,12-15).
Como escritor es el gran poeta clásico: dueño de singular maestría estilística, que le permite variar originalmente un tema. Poeta de buen oído, amante de la brevedad y la concisión, con algunos finales lapidarios. En su predicación al pueblo sabe ser incisivo, con imágenes originales y escuetas, que sacuden por su inmediatez.
NOTAS
[1]. Cf. G. von Rad, Teología del Antiguo Testamento II, 187-218.
[2]. Es difícil datar la muerte de Ozías con exactitud. Las opiniones oscilan desde el 747 hasta el 735, aunque la mayoría se inclina por el 740/739.
[3]. La discusión se centra en si el c.6 contiene un relato de vocación, como muchas veces se afirma, o un relato de misión. En el primer caso, se trataría de la experiencia inicial del profeta; en el segundo, podría tratarse de una experiencia posterior a la vocación, centrada en la actividad que deberá llevar a cabo durante la guerra siro-efraimita. Desde el punto de vista temporal, bien se sitúe en el año 740 (primera hipótesis) o en el 734 (segunda), no hay mucha diferencia.
[4]. La traducción de Shear Yashub es muy discutida: "Un resto volverá", "El resto volverá", "El resto que vuelve", etc. Lo más difícil es saber si el nombre hay que interpretarlo como promesa o como amenaza. Es posible que ambos matices estén implícitos.
[5]. Cf. V. M. Encinas, "La muerte de Isaías en la tradición judeo-cristiana": StLeg 4 (1963) 101-21.
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